Compañeros
y compañeras: nos volvemos a encontrar en esta Plaza del pueblo para recordar
una vez más qué pasó aquel 24 de marzo de 1976, cuando los genocidas, de la
mano de las corporaciones, dieron el Golpe de Estado que masacró a varias
generaciones de luchadores y que pretendió terminar con todos los sueños de la
Patria Grande. Pero no pudieron: a pesar de todo seguimos de pie y unidos. Ese
24 de marzo empezó una dictadura cívico-militar: no sólo fueron las Fuerzas
Armadas las que tomaron el Poder, sino que también lo hicieron empresarios, la
cúpula de la Iglesia, la corporación judicial y la embajada norteamericana.
Fueron ellos los que como siempre, creyéndose dueños de los destinos de la
Argentina, persiguieron a militantes populares, trabajadores, estudiantes y a
todos los que estábamos dispuestos a defender los derechos colectivos. Dieron
el Golpe porque sabían que nuestro país, en sintonía con la región, era
territorio de lucha y resistencia de miles de hombres y mujeres, hijos del 17
de octubre del `45, Revolución Cubana, El Cordobazo, y otras luchas por los
derechos de los expulsados y los trabajadores.
Ese 24 de
marzo empezó a planificarse mucho antes y su antesala fueron los crímenes de la
Triple A, la Alianza Anticomunista Argentina. Desde el aparato paramilitar se
cometieron desapariciones forzadas y asesinatos, instalando el terror y la
persecución. Mientras la Triple A metía el miedo en las Facultades, fábricas,
Unidades Básicas y otros espacios de participación política y social, al lado estaban
los editores de los medios hegemónicos, con la noticia ya escrita, esperando
que se concretaran los crímenes para después decir que se había tratado de
"enfrentamientos". Como siempre, callaron la verdad: que la Triple A
fue el inicio del genocidio del 24 de marzo de 1976 y la continuidad de los
fusilamientos de la Masacre de Trelew de 1972, del fusilamiento de militantes
políticos en José León Suárez en 1956 y de La Semana Trágica de 1919. Los
monopolios de la prensa nunca dijeron ni dicen que cuando se refieren a los
asesinos del pueblo ellos mismos están en la lista.
Hoy es una fecha muy especial. Recordamos que 38 años atrás, la Casa Rosada, a
metros de acá, fue tomada por los genocidas. En ese lugar decidieron sobre la
vida y la muerte de miles de nuestros familiares. Ahí estaban los genocidas
Videla, Massera y Agosti definiendo el futuro del país: buscaban imponer un
plan económico, político, social y cultural de exclusión a fuerza de
exterminio, en sintonía con los Estados terroristas de Chile, Bolivia, Brasil,
Paraguay y Uruguay. Acá en el Sur se cometió un genocidio organizado desde el
Norte: el Plan Cóndor. Nuestro país fue víctima de una masacre organizada no
sólo entre los dictadores de la región, sino también con Estados Unidos. Ahí,
donde hoy gobierna el Premio Nobel de la Paz que más gente mata en el mundo,
hubo una organización para seguir empobreciéndonos, instalar la teoría de “un
enemigo interno” y la lógica del “por algo será” como respuesta cuando las
Madres reclamaban por la aparición con vida de sus hijos y nietos. ¿Y quiénes
titulaban que los miles de detenidos-desaparecidos estaban de viaje por el
mundo? ¿Quiénes titulaban que íbamos ganando la Guerra por las Malvinas?
¿Quiénes titulaban que había bebés abandonados? ¿Quiénes titulaban que
aparecían cadáveres como de la nada?: las corporaciones de la prensa. La prensa
de las corporaciones.
Pero también hubo quienes desde las barricadas de la palabra se comprometieron
con la verdad. Fueron todos los comunicadores populares de las organizaciones
militantes, fue la ternura política de Juan Gelman, a quien queremos recordar
hoy especialmente, porque se fue hace poco para siempre, pero nos dejó acá a
toda su palabra combativa, para que nadie olvide que lo que importa es la
memoria. Compañero Juan: te seguimos abrazando.
Cuando
reivindicamos la lucha de los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos
hablamos de banderas que nos enorgullecen: cuando los recordamos los volvemos a
ver comprometidos, solidarios, combativos, convencidos de que lo imposible sólo
tarda un poco más. Casi todos ellos ya no están. Otros sí y son quienes han
resguardado la memoria para llevarla a la justicia. Son los sobrevivientes del
terror, los militantes de la vida, los compañeros de nuestros hijos e hijas,
nuestros padres y madres, hermanos, tíos. Militaban en distintas
organizaciones, incluso muchos vinieron a esta misma Plaza a meter las patas en
la fuente, o aquí también fueron bombardeados. Cuando gritamos el PRESENTE por
todos y cada uno de ellos, los reivindicamos como militantes, como hombres y
mujeres como todos, que eligieron la política como herramienta de
transformación. Resaltamos esto, porque necesitamos recuperarlos también como
nuestros familiares y que los podamos nombrar así, no sólo como las víctimas de
los genocidas. Los compañeros detenidos-desaparecidos antes que eso fueron
militantes, hombre y mujeres comprometidos con la Patria y solidarios. Así los
ponemos al lado nuestro, como compañeros y compañeras, no como héroes
inalcanzables, sino como militantes comprometidos con las causas justas.
Luchamos mucho por obtener Memoria, Verdad y Justicia, por no tener un país
condenado a la impunidad. Esas banderas para exigir el Juicio y Castigo a todos
los genocidas por los miles de exiliados, asesinados, presos políticos y
detenidos-desaparecidos, son mucho más que las del Nunca Más: son también las
que nos demuestran que con lucha y organización se consiguen las victorias.
Hoy tenemos en el país más de 10 juicios a genocidas, donde se escuchan a diario
los testimonios de cientos de sobrevivientes, familiares y testigos. Se ve a
diario cómo son juzgados y condenados los delitos de lesa humanidad: ya hay más
de 500 genocidas condenados y más de 1.000 procesados. Es muy importante que
sigamos participando, y cada vez más, en estos juicios, porque son la garantía
de una Patria justa, porque los sobrevivientes nos necesitan a su lado, porque
la historia está siendo escrita con la verdad. Esas historias de la verdad son
escuchadas por los jueces, quienes tienen el papel histórico de revertir la
impunidad y fortalecer la democracia. Estos juicios históricos por Memoria,
Verdad y Justicia molestan a quienes se habían acostumbrado a la tranquilidad
de la impunidad. Lo demuestran con cada amenaza y operación mediática, lo
dejaron más que claro con el hecho siniestro que fue la desaparición forzada
del compañero Jorge Julio López. Seguimos reclamando saber dónde está, qué pasó
con él y Juicio y Castigo para los culpables.
Los verdugos hoy están siendo juzgados y condenados: ya no caminan por las
calles. En el último tiempo se empezó a avanzar con el juzgamiento de la
participación civil en el terrorismo de Estado, como los procesamientos a
personal de la empresa FORD; y a Carlos Blaquier, dueño de la empresa Ledesma;
la citación a Vicente Massot, dueño del diario La Nueva Provincia, de Bahía
Blanca, a declarar como imputado. Mientras tanto, la causa por la adquisición
fraudulenta de la empresa Papel Prensa sigue frenada. Las consecuencias no son
sólo económicas, por el enriquecimiento millonario e ilícito de Herrera de
Noble y Magnetto, sino también políticas, porque desde el mismo papel robado
operan como partido político. Esto siempre fue así: la diferencia es que desde
hace casi 11 años tenemos un gobierno nacional que decidió enfrentar a las
corporaciones y avanzar con el Juicio y Castigo para todos los genocidas,
garantizando la independencia de los Poderes. Hay otra causa que debe avanzar y
es la que investiga los delitos de lesa humanidad cometidos en la Guerra por
las Malvinas: esos crímenes no pueden quedar impunes. Mientras, destacamos el
compromiso del Gobierno Nacional por defender nuestra soberanía de manera
pacífica a través del diálogo, para que nadie nos siga robando la tierra.
Estamos
cumpliendo 30 años de democracia y emociona decirlo en esta misma Plaza que nos
vio llegar en pleno terrorismo de Estado, cuando el Poder Judicial nos negaba
sistemáticamente justicia por los compañeros detenidos-desaparecidos. Ahora,
mientras seguimos exigiendo la democratización de ese Poder, necesitamos que
avance en las causas que siguen en instrucción, porque ningún culpable puede
quedar impune. La función del Poder Judicial es impartir justicia a partir de
las pruebas. En el caso de César Milani, el Poder Judicial está escuchando
testimonios y deberá ser el que dé todas las respuestas necesarias para que
sólo continúe en su cargo si no cometió ningún delito de lesa humanidad.
En estos 30 años de democracia luchamos mucho por la memoria y por sacar del
anonimato a los culpables del sufrimiento de nuestro pueblo. A mediados de los
años 90 hicimos escraches para denunciar a los genocidas sueltos por los
barrios y siempre exigimos Juicio y Castigo para todos los genocidas. Porque
defendemos la democracia, porque defendemos el futuro, porque sabemos que
siempre siguen agazapados los que pretenden pasar por arriba de nuestros votos
a favor de sus intereses. Son esas corporaciones, que son los grandes grupos
económicos, los dueños de los grandes recursos económicos, del campo, de la
industria, de las finanzas. Son la Sociedad Rural, la UIA, los bancos, La
Nación, las multinacionales. Son los formadores de precios, los capitales al
servicio del Poder, las pocas manos que manejan los recursos de todos, los que
intentan impedir los desarrollos nacionales con inclusión social en toda
Latinoamérica. Son los que quieren continuar con el dominio neoliberal. Son los
mismos de siempre, los que concentran en pocas manos lo que para ellos es
riqueza y para las mayorías es pobreza. Son los que quieren un Continente
sometido y humillado por el Imperio de Estados Unidos. Fueron la base económica
de la última dictadura cívico-militar.
Por eso decimos que esta democracia tiene que ser defendida por todos: porque
las corporaciones siguen siendo las que buscan empobrecer al pueblo y están
dispuestas a todo. Está demostrado: van contra la política como herramienta de
transformación y contra el proyecto nacional y popular, por eso tenemos que
seguir defendiéndolos. Lo vimos con la Ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual, lo vemos con las mentiras que dicen Clarín y La Nación sobre la
Asignación Universal por Hijo, con las mafias que perduran en el Poder Judicial
y que siguen construyendo un derecho a la justicia exclusivo para un sector
minoritario de la sociedad. Lo vemos también con el desprestigio que intentan
instalar sobre el proceso histórico de Memoria, Verdad y Justicia, no sólo
cuando les dan lugar en sus medios a los genocidas que hablan de
"venganza", sino también cuando intentan manchar la lucha de las
Madres y Abuelas. Pero somos un pueblo con 30 años de democracia, que ya sabe
identificar la mentira y diferenciarla de la verdad y no permite que la prensa
corrupta nos diga de qué se trata la dignidad, porque nunca la conoció.
A las corporaciones que pretenden definir los tiempos de la democracia les
decimos una vez más que nuestro voto llega hasta donde el poder soberano
decida, no hasta donde ellos elijan a través de sus golpes corporativos: ya no
usan los cuarteles, ahora usan las redacciones.
Esas corporaciones, que cambian las caras, pero no las ideas, son las que se
metieron en las fábricas y otros lugares de trabajo a perseguir y desaparecer a
los trabajadores: son Ledesma, Loma Negra, La Veloz del Norte, Las Marías,
Clarín, La Nación, La Razón Mercedes Benz, Acíndar, Astarsa, Fiat, Techint,
Macri, City Bank, la Sociedad Rural Argentina, Ford y Molinos Ríos de La Plata.
Son las que dieron los Golpes de Estado en Latinoamérica: las que instalaron y
financiaron el terror, las que participaron en la planificación de la miseria,
como denunció Walsh, y las que se beneficiaron con el plan económico de la
dictadura y la deuda externa. Son también las que fueron apañadas por la
impunidad del neoliberalismo, que puso un manto de olvido, silencio y perdón
con políticas de Estado.
Las corporaciones son el lugar donde el terror se hizo cuerpo. Sus métodos no
cambian, pero sí la relación con el Estado: hoy tenemos un Estado Nacional que
le dijo basta a las corporaciones, basta a quienes pretenden pasar por arriba
del voto popular, basta de decidir desde el sillón de un empresario hasta
cuándo dura un presidente o presidenta, basta de operar desde las sombras para
tener una democracia al servicio de las corporaciones. Nuestro grito como
pueblo se oyó: no le pedimos permiso a las corporaciones para tener democracia,
como tampoco les pedimos permiso 10 años atrás para romper uno de los mayores
símbolos del horror, la ESMA. Fue el entonces Presidente, el compañero Néstor
Kirchner, quien dijo en las mismas entrañas de lo que fue el centro clandestino
de detención, tortura y exterminio que iba a "dejar todo para lograr un
país más equitativo, con inclusión social, luchando contra la desocupación, la
injusticia y todo lo que nos dejó en su última etapa esa lamentable década del
´90, como epílogo de las cosas que nos tocaron vivir".
Diez años después, ahí construimos colectivamente un Espacio para la Memoria y
los Derechos Humanos, porque aquel 24 de marzo del 2004, ese predio fue
recuperado para el pueblo, iniciando un proceso histórico de Memoria, Verdad y
Justicia que continúa la Presidenta Cristina Fernández, y que ya es ejemplo
ante el mundo. Ya vimos cuánto les molesta esto a las corporaciones, ya vimos
cómo pretenden decir que la ESMA sigue siendo el pasado: vemos que usan sus
diarios para mentir, pero nunca los vimos pisar ese sitio histórico, oler los
recuerdos, escuchar las historias de los compañeros detenidos-desaparecidos,
difundir los juicios a los genocidas, y menos aportar a la búsqueda de los
bebés nacidos en cautiverio, tanto en la ESMA como en el resto del país y que,
más de 30 años después, son alrededor de 400 jóvenes que siguen sin conocer su
identidad. Esto es muy importante: entre nosotros, acá, en esta misma Plaza,
tal vez alguno conoce a alguien con dudas sobre su identidad o a alguien que
podría ser hijo desaparecidos. Esa posibilidad nos convoca a decir que la
identidad es un derecho y, como tal, debe ser respetado y garantizado. Nadie
vive bien bajo la mentira. Por eso les pedimos que sigamos buscando entre todos
a los nietos que falta encontrar, porque hay cientos de familias para
abrazarlos. Ya encontramos 110 verdades: vamos juntos por todas las demás.
Fue también hace una década que Néstor Kirchner también ordenó que los cuadros
de los genocidas fueran bajados de las paredes del Colegio Militar. Eso fue
mucho más que un hecho simbólico, porque dejó en claro que Videla, Bignone y
los demás no fueron Presidentes: fueron dictadores, genocidas. Ese acto quebró
la impunidad no sólo en la historia, sino también en la formación que reciben
las Fuerzas. Con la bajada de los cuadros instituyó un paradigma democrático
que era necesario para que nunca más se use un uniforme de ninguna Fuerza para
torturar al pueblo. Por eso repudiamos enérgicamente los acuartelamientos del
año pasado, porque quedó demostrado que un reclamo salarial digno fue utilizado
para sacar a flote lo peor del carácter corporativo de las Fuerzas.
También hay corporaciones que atentan contra la democracia desde el Poder
Judicial. Por eso vamos a destacar el juicio en curso en Mendoza, donde se
juzga por primera vez la participación de ese Poder en el terrorismo de Estado.
Lejos de impartir justicia, hubo jueces y fiscales que fueron parte del aparato
represivo. El juicio de Mendoza es histórico, porque el mismo Poder Judicial
está revisando su historia y lo hace con el respeto de todos los derechos y
garantías. Ese mismo Poder Judicial sigue siendo el embudo de la confirmación
de los fallos de los juicios por delitos de lesa humanidad: exigimos que la
Cámara de Casación y la Corte aceleren los tiempos, porque necesitamos que las
condenas sean firmes y de cumplimiento efectivo.
También exigimos saber toda la verdad sobre todos los compañeros
detenidos-desaparecidos: necesitamos que conocer toda la información, que se
abran absolutamente todos los archivos, incluso los la de la Iglesia, cuya
cúpula fue partícipe del terrorismo de Estado. Hoy hay un contexto que permite
esperar que de una vez por todas se sepa todo lo que la Iglesia calló como
institución, mientras nuestro pueblo era masacrado. Necesitamos que se rompan
los pactos de silencio y se dé toda la información sobre los bebés nacidos en
cautiverio, cuyas apropiaciones, a través del plan sistemático de robo de niños,
contó con la participación necesaria del aparato clerical genocida, en el cual
estaba Christian Von Wernich, sacerdote torturador, condenado a perpetua por
delitos de lesa humanidad. Dentro de tres días se cumplirán cinco años de la
confirmación de ese fallo, pero Von Wernich sigue siendo miembro de la Iglesia:
volvemos a exigir que sea expulsado, porque ya no quedan dudas de su
participación en los centros clandestinos. Al mismo tiempo que la cúpula de la
Iglesia se asoció con los genocidas, en los barrios, estaban los curas
tercermundistas, abrazados a las causas justas. Recién el año pasado, el Poder
Judicial sentó en el banquillo de los acusados a algunos de los asesinos del
entrañable compañero Monseñor Angelelli.
Es tiempo de definiciones en nuestra Patria Grande. Y esto nos interpela, una
vez más, como militantes. No podemos permitir que nada nos empuje hacia atrás;
absolutamente nada. Tenemos que seguir demostrando que juntos y organizados
transformamos la realidad, esa realidad que sigue teniendo injusticias, causas
que nos convocan a comprometernos y luchar, como el delito aberrante de la
trata de personas para la explotación sexual y laboral, sostenido por la
participación de corporaciones, como la judicial, las mafias persistentes en
las Fuerzas de Seguridad y los medios que publicitan las redes.
Son también las corporaciones que actúan cometiendo prácticas de violencia
institucional, que por acción u omisión siguen criminalizando la pobreza.
Luciano Arruga, desaparecido desde hace 5 años en Lomas del Mirador,
secuestrado y torturado salvajemente por la Policía Bonaerense es una de las
víctimas de la violencia institucional. El Poder Judicial fue tan lento que
abrió todas las puertas para la impunidad. Y esas corporaciones, como el Grupo
Clarín, que ahora dicen estar preocupados por esta causa, fueron los primeros
en instalar la teoría del “por algo será” sobre Luciano. Su familia y amigos se
organizaron y consiguieron que cambiara la carátula de la causa y el Poder
Judicial reconociera que se trata de un caso de desaparición forzada y permita
que el Destacamento donde lo torturaron y desaparecieron deje de funcionar como
lugar de detención para ser convertido en un sitio de denuncia y memoria.
Tenemos que seguir militando para que sean erradicada de una vez por todas las
prácticas criminales de quienes deberían garantizar nuestros derechos, pero se
dedican a violarlos, con los delitos de lesa humanidad como escuela.
Esta democracia tiene muchas heridas. En el 2001 fue masacrada la rebelión
popular de la que todos fuimos parte para defender la democracia en la calle.
Recién este año llegaron a juicio algunos de los culpables, pero falta uno
fundamental: Fernando De la Rúa. Esta democracia, que cumplió 30 años, tiene
muchas víctimas de los enemigos del sistema constituido a través del voto
popular: Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, Pocho Lepratti, Walter Bulacio,
Carlos Fuentealba, Mariano Ferreyra, Andrea Viera, Sebastián Bordón, Teresa
Rodríguez, Facundo Rivero Alegre, Alan Tapia y otros miles de pibes y pibas.
Por eso no podemos dejar de decir que fue lamentable la respuesta que dio
recientemente el Poder Judicial en el juicio por los crímenes de La Cárcova, al
absolver Gustavo Rey, el policía bonaerense que asesinó a Franco Almirón y
Mauricio Ramos.
Esa violencia institucional también tiene como víctimas a los pueblos
originarios, que siguen luchando por el derecho a la tierra, al reconocimiento
histórico de la propiedad colectiva. Son todas las comunidades que persisten a
pesar de los que intentan desalojarlos, reprimirlos y matarlos. Una vez más,
exigimos el cese inmediato de la violencia empresarial e institucional que
hostiga, reprime y mata a los pueblos originarios.
Vivimos tiempos en los que, mientras desde la mayoría buscamos afianzar las
victorias, hay unos pocos que pretenden arrancárnoslas, porque el único modo
que conocen es destruir. Por eso usan el papel del que se apropiaron a fuerza
de delitos de lesa humanidad para decir que nuestro voto se termina antes del
2015, que la Presidenta no puede sostener su mandato y que la Patria tiene que
volver a ser colonia. A todos esos personajes que operan desde el oscurantismo
les recordamos que el ejercicio democrático de 30 años no se borra en un día:
no les vamos a permitir que soplen para llevarnos para atrás, no les vamos a
permitir que pongan odio en nuestra Patria. Los proyectos para el rumbo de la
Argentina están muy claros: democracia o corporaciones.
Acá cerca, a diario, vemos qué proyecto de Ciudad tiene Macri: una con
represión en el Borda, barrios sin urbanizar, escuelas en cajas de cartón y sin
vacantes para todos, una Policía Metropolitana que se suma a la herencia de la
violencia institucional, diseñada por Jorge “El Fino” Palacios, represor de la
masacre del 2001, obstaculizador de la justicia en la causa AMIA y culpable del
espionaje a familiares de las víctimas. Tenemos más de una década de
recuperación del Estado: no vamos a permitir que nos hagan retroceder, vamos a
seguir recuperando derechos y luchando por otros, como fueron la ley de
matrimonio igualitario, la ley de identidad de género, la ley de movilidad
jubilatoria, la recuperación de nuestra aerolínea de bandera y de la soberanía
energética.
Cada año venimos a esta Plaza para esta fecha y relatamos la historia de los
genocidios cometidos contra nuestro pueblo, pero hoy alcanza con mirar hacia
Venezuela para ver cómo la derecha, con sus corporaciones, sigue pretendiendo
terminar con los derechos de todos. Los que se oponen a una justa distribución
de la riqueza son los que pretenden eternizar una injusta sucesión de la
pobreza: con esa negación a redistribuir saben que están privando a una mayoría
de su derecho a la vida, la alimentación, la vivienda, la salud y la educación.
Ellos son los enemigos de la Patria Grande, los verdugos con traje militar y
empresarial, las corporaciones hambreadoras, los monopolios desestabilizadores,
los que se pretenden dueños de la realidad y la tierra. Por eso seguimos
militando: hoy la realidad de nuestra Latinoamérica nos pide redoblar el
compromiso y la solidaridad para defender las victorias. Por eso, a 38 años de
la última dictadura cívico-militar, hoy venimos a esta Plaza a decir que hay
una sola opción para no volver a ser colonia y seguir construyendo esta Patria:
¡democracia o corporaciones!
Como dijo el Che: “aún cuando uno se reconozca comunista, o socialista,
peronista, o cualquier otra ideología política en determinado país, sólo caben
dos posiciones en la historia: o se está a favor de los monopolios, o se está
en contra de los monopolios”.
Compañeros y compañeras, cumplimos 30 años de democracia, algo que es mucho más
que tres décadas sin dictaduras. Por eso, hoy sólo se puede estar en un
proyecto o en otro: ¡CON LA DEMOCRACIA O CON LAS CORPORACIONES! Nuestro lugar
está en claro desde siempre: estamos con la democracia, con la Patria Grande,
con los sueños de los 30.000 compañeros detenidos-desaparecidos, con un país
que nos incluya a todos, con justicia social, libertad y alegría.
RESTITUCIÓN
DE LA IDENTIDAD DE TODOS LOS JÓVENES APROPIADOS.
JUICIO Y CASTIGO YA A TODOS LOS GENOCIDAS.
APARICIÓN CON VIDA DE JORGE JULIO LÓPEZ.
30.000
COMPAÑEROS DETENIDOS-DESAPARECIDOS: ¡PRESENTES! ¡AHORA Y SIEMPRE!
30.000 COMPAÑEROS DETENIDOS-DESAPARECIDOS: ¡PRESENTES! ¡AHORA Y SIEMPRE!
30.000 COMPAÑEROS DETENIDOS-DESAPARECIDOS: ¡PRESENTES! ¡AHORA Y SIEMPRE!
ABUELAS DE PLAZA DE MAYO
FAMILIARES DE DESAPARECIDOS Y DETENIDOS POR RAZONES POLÍTICAS
H.I.J.O.S. – Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el
Silencio
MADRES DE PLAZA DE MAYO LÍNEA FUNDADORA